Si bien la RAE define “biblioteca” como: Institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos, está claro que el término se ha ido adecuando a las nuevas necesidades.
Me refiero a que, especialmente en las universidades, se le da un uso más amplio a esta institución: estudiar, realizar ejercicios, hacer trabajos, preparar exposiciones, etc. Y no solo eso, también se utilizan para encontrarse con compañeros y amigos, comentar los mensajes que me ha mandado “ya sabes quién”, hablar de lo que nos pasó el fin de semana anterior y planificar el que viene, pasear nuestros libros y apuntes para sentirnos realizados aunque ni los ojeemos, ¡e incluso comer! En resumen, hay mucha gente que hace un mal uso de las bibliotecas, perjudicando a aquellos que sí quieren aprovechar el tiempo y que necesitan silencio para trabajar.
Todos somos capaces de entender que se nos caiga un libro, que se salude a alguien o que se hagan comentarios a los compañeros (siempre en voz baja, claro). Incluso a todos se nos ha escapado la risa y no hemos podido mantener el silencio. De ahí a mantener conversaciones en voz alta y ser ruidoso hay un trecho.
Además, una cosa curiosa es que en época de exámenes es cuando más ruidosos se vuelven los alumnos, ¿serán los nervios? Eso es entendible, pero ¿es entendible que las personas que están a su alrededor quieran silencio? Creo que también. Por esto, propongo unos consejos para las personas a las que les molesta el ruido y también para aquellos a los que no les molesta tanto.
Consejos para personas a las que no les molesta el ruido, pero que son educadas y quieren respetar al resto de estudiantes:
Consejos para personas que van a la biblioteca en busca de silencio:
Si aun así no consigues que haya silencio y los nervios te sobrepasan, siempre puedes levantarte y dejar claro que:
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