Hoy he vivido una conversación entre dos educadores sobre la que quiero reflexionar. Uno profesor- tutor y el otro educadora de un programa de aulas de la naturaleza, un programa de educación ambiental en el que llevo trabajando ya la friolera de 10 años y que se desarrolla en una finca, en un espacio natural realmente único.
El profesor que ha venido a participar con sus chicos durante una semana en el programa le decía que admiraba la energía que había que tener para convivir con los chicos durante toda la semana en un contexto cómo el nuestro, fuera del aula sin los límites de horarios y espacios que tiene el colegio. Y la educadora le respondía sin titubear que más que un problema para ella cada minuto era una oportunidad.
Sinceramente me he sentido muy orgulloso, el profesor no hacía más que constatar lo que es una realidad, que hay que tener mucha energía porque el contexto en el que se desarrolla el programa lo exige. Y mi compañera, que no es nueva precisamente, ponía en valor la oportunidad y responsabilidad que eso supone. Vamos, que tenía energía suficiente para poder disfrutar de ello.
Esta suma de ideas ha sido una constatación real de la complementariedad que los programas de educación ambiental fuera de las aulas tienen con la escuela. El contexto (estar fuera del aula), la experiencia, la metodología no formal son una oportunidad única para la labor que hacen el resto del año los profesores con sus alumnos. Durante una semana los chicos y chicas van a acumular una cantidad ingente de experiencias positivas en relación con el medio y con ellos mismos y van a trabajar contenidos de una manera que difícilmente podría trabajarse en el aula. En definitiva la experiencia que se van a llevar será posible explotarla durante muchas ocasiones una vez que vuelvan a su colegio. Y estoy seguro de que así será porque por este programa pasan cientos de profesores y en gran parte de las ocasiones reconoces en ellos grandes profesionales de la educación que no pierden una oportunidad para con sus alumnos.
Y si me permitís aprovecho para hacer desde aquí mi pequeño homenaje a mis compañeros en las Aulas de la Naturaleza del Molino de Butrera. Tengo claro que, en nuestra constante evolución no perderemos la capacidad de disfrutar del regalo que es convivir semana tras semana con los chicos y chicas que participan en nuestro programa. Gracias.
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