El lápiz de Oscar

La velada que voy a narrar a continuación es una historia inventada, gracias a la cual podemos crear una Gymkana. Para ello, comenzaremos leyéndoles la historia de Oscar y, acto seguido, les explicaremos el funcionamiento de la Gymkana. Antes de comenzar, les daremos una hoja en blanco y un bolígrafo, ya que lo necesitarán en la pruebas. Para realizar la Gymkana, necesitaremos 5 puntos de referencia. En cada punto de referencia deberán superar unas pruebas y, una vez conseguidas, les daremos una palabra. Al haber pasado por todos los puntos, deberán coger la primera letra de cada palabra y adivinar la palabra oculta, que en este caso será "BAÑOS". Una vez adivinada, irán corriendo hacia los baños para encontrar "El lápiz de Oscar", y el primer equipo que lo encuentre tendrá el poder de escribir y crear con el lápìz un juego al que jugaremos todos al día siguiente, siendo ellos los "monitores".

 

PRUEBAS Y PUNTOS DE REFERENCIA:

 

- La cocina: 2 monitores. Palabra: BALÓN

    . Deben intercambiarse todos la zapatilla derecha.

    . Cantar todos una canción con la palabra " Sol"

- El patio: 2 monitores. Palabra: ÑU

    . Contar cada uno un chiste.

    . Ordenarse por fecha de nacimiento.

- Un pasillo: 2 monitores. Palabra: ARBUSTO

    . Responder todos una adivinanza.

    . Escribir cada uno su nombre con la boca.

- Puerta principal: 2 monitores. Palabra: OSO

    . Inventarse entre todos el nombre de un objeto y explicar su función.

    . Decir todos su nombre al revés.

- La piscina: 2 monitores. Palabra: SÁBANA

    . Jugar a una ronda de palabras encadenadas.

    . Decir todos un travalenguas.

 

HISTORIA:

 

Hace mucho mucho tiempo, cuando aún no existían los móviles ni Facebook, hubo un niño llamado Oscar.

Oscar era un niño muy tímido, al que le gustaba jugar mucho con sus personajes imaginarios, pero poco se le veía jugar con sus amigos de carne y hueso.

 

Oscar se pasaba horas y horas imaginando aventuras en que siempre era el héroe, y cabalgaba por verdes prados durante días con su blanco corcel. Sin embargo, cuando volvía a la realidad, Oscar no tenía caballo, ni era el héroe, y tampoco era muy feliz.

 

Al estar casi todo el día encerrado en su mundo, nuestro protagonista no tenía muchos amigos, por lo que en el colegio apenas nadie hablaba con él. Pero la vida de Oscar estaba a punto de cambiar por completo.

 

Un buen día, nuestro amigo Oscar se encontraba sentado en su rincón favorito del colegio, el árbol de hojas caídas que siempre cobijaba su imaginación. Y cómo no, Oscar se encontraba en medio de una de sus increíbles aventuras cuando, de repente, algo le calló en la cabeza. Era un lápiz. Oscar miró hacia arriba extrañado, y al no ver nada, no le dió importancia y se lo metió en el bolsillo.

 

Al llegar a casa, como todos los días, Oscar merendó su bocadillo de Nocilla, subió a su cuarto y se puso a hacer los deberes. Pero al llegar al escritorio, quedó totalmente sorprendido. El lápiz que le había caído en la cabeza, ya no estaba en su bolsillo, sino en su escritorio. Con mucha cautela, Oscar se acercí a coger el lápiz y, para su sorpresa, comenzó a notar un agradable cosquilleo en su brazo derecho. Y, como impulsado por una fuerza mayor, a Oscar le entraron unas ganas irremediables de escribir. Y  así lo hizo. Estuvo escribiendo toda la tarde y buena parte de la noche, hasta que calló rendido encima de todos los papeles repletos de historias y protagonistas que siempre habían vivido en su cabeza.

 

A la mañana siguiente, Oscar despertó desorientado, y al recordar lo que le había sucedido, empezó a sonreir como nunca había sonreido.

 

Emocionado ante todas las historias que había plasmado en el papel, Oscar dedició cogerlas y enseñarselas a su querida profe Marga, aquella persona en el mundo que a la que él tanto apreciaba.

 

Y su maestra, al leer todas aquellas historias, quedó tan sorprendia como Oscar, y dedició dedicar la clase entera a leerlas junto a todos los alumnos, los cuales quedaron igual de sorprendidos y entusiasmados. 

 

De esa forma, Oscar dejó de ser un niño apenas apreciado por sus compañeros, para ser un niño al que todos admiraban por sus historias, queriendo todos leer más y más.

 

Por lo que nuestro protagonista, feliz y orgulloso de su imaginación, no paró de escribir todos los días con su nuevo lápiz fabulosas historias. Oscar empezó a ser muy conocido en el colegio, y muchos compañeros le buscaban para que escuchar sus historias y soñar despiertos con Oscar gracias a todas sus aventuras.

 

Desde ese momento, Oscar dejó de ser el niño solitario, y fue un niño muy feliz enseñando al mundo sus historias durante el resto de su larga vida.

 

(Después de contar a los chavales la historia, tenéis que añadir lo siguiente: Chicos, vuestra labor de hoy será encontrar el lápiz de Oscar, el cual se encuentra en uno de los lugares del campamento, ya que Oscar vino aquí durante muchos veranos y quiso dejarnos su bien más preciado.)

 

Una vez contada la historia, se explicará el desarrollo de la Gymkana, su funcionamiento y lo que deben hacer al encontrar el lápiz de Oscar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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